martes, septiembre 03, 2013

Lecciones de la historia y desafíos para un tiempo fecundo



La Democracia Cristiana a 40 años del golpe de Estado en Chile


1El 11 de septiembre de 1973 constituye una fecha trágica para Chile. Un golpe de Estado puso término al gobierno del Presidente Allende, e instaló la más prolongada y oscura dictadura civil y militar, utilizando ideológicamente las instituciones armadas de la Nación. No fue éste un movimiento súbito, precipitado o impensado. Comenzó a fraguarse cuando los chilenos perdimos la capacidad de diálogo, de entendimiento, y de solución pacífica de nuestras diferencias. En el momento en que se armaron los espíritus y las manos y no quedó espacio para la paz. Fue entonces cuando empezaron a derrumbarse las instituciones democráticas, las garantías de libertad y de justicia, y —lo que abrió la herida más profunda de toda nuestra historia nacional y republicana—, cuando, a consecuencia de su planificada y sistemática violación, se inició el desplome de los derechos fundamentales de las personas.

2
Cuarenta años después de aquellos dolorosos sucesos, y enfrentados a la memoria de nuestro propio pasado, queremos sacar las lecciones de la historia y ofrecerle al país un nuevo horizonte de realización. ¿Por qué esta evocación? Porque sin mirada del pasado no hay visión de futuro. Porque no se puede separar el futuro del pasado, el proyecto de la memoria, y el porvenir de Chile de su historia reciente. No, cuando la paz y la conciliación siguen amenazadas por las deudas de verdad y justicia que, arrastradas desde la dictadura, aún permanecen sin ser saldadas. No, cuando los cambios políticos que el país reclama se proponen la reforma de la Constitución que nos rige, la que se originó bajo el régimen de fuerza. No, cuando la actual estrategia de desarrollo —que impide progresar hacia mejores estándares de bienestar, de justicia e integración— fue impuesta por una tecnocracia neoliberal amparada en las armas y en la represión desplegada contra los trabajadores y sus organizaciones.

3
Más allá de los mitos, que afloran para cumplir su función de justificar y de oscurecer las verdaderas responsabilidades en el drama de hace cuarenta años, queremos ser claros acerca de nuestras propias actuaciones. Y tres son las preguntas que la Democracia Cristiana debe responder para contribuir al esclarecimiento de su propio comportamiento político.

Primero, qué conducta tuvo el Partido antes del golpe de Estado. Lo hemos dicho con insistencia: no hay un solo antecedente, un solo documento, un solo testimonio que vincule corporativamente a la Democracia Cristiana con la búsqueda, promoción y ejecución del golpe de Estado. Pudo haber matices respecto de la política de defensa de la colectividad, acerca de su moderación o firmeza frente al gobierno de la Unidad Popular, o de su mayor o menor proximidad a los partidos de derecha, pero no hay dos opiniones institucionales sobre su irrenunciable compromiso con la democracia y con el régimen constitucional.

Segundo, qué conducta tuvo el Partido durante el golpe de Estado. Son conocidas las dos posturas que en este sentido adoptó la colectividad. Una oficial, que explicó la intervención militar argumentando el clima de inestabilidad, inseguridad y amenaza de enfrentamiento fratricida a que había sido llevado el país, tesis que abrigaba la expectativa de que las fuerzas armadas restablecerían la normalidad institucional a la brevedad; y una disidente, que condenó el golpe de Estado y exhortó a las nuevas autoridades a respetar los derechos y garantías civiles. Los hechos habrían de demostrar que la experiencia de la dictadura no sería un paréntesis sino una larga pesadilla en la vida del pueblo chileno.

tercero, qué conducta tuvo el Partido después del golpe de Estado. La lucha por el respeto y vigencia de los derechos humanos, por la reconstitución del tejido social, por la democracia y por las libertades, no habría sido posible sin la participación de la Democracia Cristiana que, desde la primera hora, se entregó a este quehacer, como lo acreditan los innumerables organismos de derechos humanos, de estudios constitucionales, laborales, universitarios y poblacionales, que fueron creados y que le correspondió conducir. Y lo que resultará aún más crucial para Chile y su destino: fue esta experiencia de colaboración común la que selló la identidad y la vocación nacional y popular de la Democracia Cristiana.

4
Es a partir de la identidad forjada durante estas cuatro décadas de aggiornamentoque la Democracia Cristiana puede proponerle hoy al país un nuevo desafío, uno que ha de iniciarse en el próximo gobierno de la Nueva Mayoría, pero que debe trascender y prolongarse más allá del año 2020.

Para entonces Chile deberá haber instituido un régimen constitucional que sea fiel expresión de la soberanía, autonomía y rica diversidad de sus ciudadanos, mediante instituciones genuinamente representativas, y de controles que limiten el poder y su ejercicio. La mayoría del país desearía que el instrumento de la reforma fuera una Asamblea Constituyente, cuya convocatoria, sin embargo, depende de un plebiscito nacional, el cual promoveremos a través de la movilización reflexiva, responsable y organizada de los chilenos, comenzando por obtener los quórums necesarios para hacer las transformaciones institucionales que la ciudadanía reclama.

Aspiramos asimismo a que dicho régimen constitucional se base en el reconocimiento pleno de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, y en las garantías explícitas que se proponen satisfacer tales expectativas de derechos, para, de este modo, avanzar sin demoras hacia una sociedad más justa, más igualitaria y más cohesionada. Como se ha confirmado en las grandes movilizaciones sociales de la presente década, las principales prioridades de dichas políticas públicas con enfoque de derechos deben ser la salud, la educación y la previsión social.

Propugnamos un cambio estructural que afecte la inequitativa distribución del ingreso, mediante reformas tributarias progresivas, el restablecimiento de la potestad de Chile sobre sus riquezas y recursos nacionales, el fortalecimiento de la posición negociadora de los sindicatos, y una participación activa de las políticas públicas en la protección de las familias más pobres y vulnerables. Ello exige dotar de apoyo y legitimidad a las transformaciones, fomentando instituciones y organizaciones de participación y diálogo democrático.

Anhelamos una actividad política al servicio del pueblo y, por lo tanto, transparente, autónoma de poderes fácticos, y sometida al permanente escrutinio de los ciudadanos. Por eso, promovemos la reforma de los partidos políticos, así como de sus vínculos con las instituciones representativas y con los representantes populares. Para vigorizar la búsqueda de este objetivo contribuiremos desde ahora al debate, elaboración y difusión de ideas de cara al Sexto Congreso de la Democracia Cristiana que se realizará el año 2014. Para nosotros, ese momento ha de signar la irrupción de una fuerza política imbuida del nuevo humanismo que peregrina por América, y cuya esperanza de futuro despierta el Papa Francisco.

5
Hacemos un llamado a todos los militantes y adherentes de la Democracia Cristiana a firmar y a difundir esta declaración, expresando con ello su compromiso de llevar a cabo las tareas políticas señaladas, y de concurrir a la generación de un amplio e inclusivo movimiento de opinión.

Septiembre de 2013, a cuarenta años del golpe de Estado en Chile

Mariano Ruiz-Esquide
Belisario Velasco
Ignacio Balbontín
Graciela Bórquez
Juan Manuel Sepúlveda
Rodolfo Fortunatti
Marcel Young
Juan Guillermo Espinosa
Raimundo González
Jorge Donoso
Carlos Aparicio
María Soledad Lucero
Giovanna Flores Medina
José Miguel Serrano
Álvaro Delgado Martínez
Ramón Mallea Araus
Pilar Mallea Araus
Verónica Mallea Araus
Cristian Morales Salvo
Hugo Muñoz Sandoval
Ramón Mallea Santibañez
Alejandro Carril Rojas
Gabriel Eduardo Palma
Héctor Gárate
Óscar Ramírez Romero
María Carolina Inostroza
Noé Miranda
Rodrigo Vega
Claudio Hernández
Felipe Vallespir
Carlos Almanza
Mauricio Mass
Juan Pablo Marchant
Nicolás Gutiérrez Herrera
Alejandro Calderón
Juan Andrés Kloker
Valentín Zuñiga
Héctor Barría
Yuri Muñoz
Rodrigo Poblete
Omar Cortéz
Bernardo Barría
Víctor Torres
Mario Tapia
Bessie Saavedra
Hernán Kohnenkampf
Gabriel Madrid
Tamara Jorquera
Felipe Cubillos
Nicolás Palacios
Sebastián Latorre

Ignacio Pérez

0 comentarios: